Jaime
Torres Bodet

"Celuloide", "Marcial Rojas", "Sub-Y-Baja"

Nació en la Ciudad de México, 17 de abril de 1902
Falleció en la Ciudad de México, 13 de mayo de 1974


Estudió en la escuela primaria anexa a la Normal de Maestros; en las Escuelas Nacional Preparatoria (ENP), en la Nacional de Jurisprudencia y en la Facultad de Altos Estudios, de la Universidad Nacional de México (UNM). A los 19 años fue designado profesor de la Universidad y secretario particular del rector José Vasconcelos; de 1922 a 1924 desempeñó el cargo de jefe del Departamento de Bibliotecas de la Secretaria de Educación Pública (SEP), donde colaboró en la recopilación y adaptación de las Lecturas clásicas para niños, y dirigió las revistas El Libro y el Pueblo y La Falange, esta última junto con Bernardo Ortiz de Montellano. Fue profesor de Literatura Francesa en la Facultad de Altos Estudios (1925-1928), hasta que ingresó, por oposición, al servicio exterior mexicano. Como diplomático se desempeñó como secretario de las Legaciones de México en Madrid (1929-1931) y en París (1931); fue encargado de Negocios en La Haya (1932) y Buenos Aires (1934), primer secretario en París (1935-1936), jefe del Departamento Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores (1936-1937), encargado de Negocios en Bélgica (1938-1940), subsecretario (1940-1943) y secretario (1946-1948) de Relaciones Exteriores y embajador en Francia (1954-1958). En dos ocasiones fue titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), de 1943 a 1946, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho y, de 1958 a 1964, con Adolfo López Mateos. Como titular de dicho cargo, promovió la Campaña Nacional contra el Analfabetismo (1944-1946), estableció el Comité Federal del Programa de Construcción de Escuelas (1944), fundó el Instituto Nacional de Capacitación del Magisterio (1945), dirigió la ejecución del Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento de la Enseñanza Primaria (1959-1964) e implantó el sistema de libros de texto gratuitos para la educación básica. Durante sus gestiones se crearon treinta Centros de Capacitación para el Trabajo Industrial y se construyeron numerosos centros educativos; la galería "La Lucha del Pueblo Mexicano por su Libertad", más conocida como Museo del Caracol, y los Museos Nacional de Antropología y el de Arte Moderno. Fue representante de México en numerosas reuniones de carácter internacional: en 1945 asistió a Londres como presidente de la delegación mexicana a la conferencia internacional en la que se constituyó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que presidió de 1948 a 1952; a la Conferencia Interamericana de Quintandinha, Brasil (1947), en la que se formuló el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca; a la IX Conferencia Interamericana de Bogotá, Colombia (1948), donde se aprobó la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y a la Mesa Redonda con motivo del vigésimo aniversario de la creación de la UNESCO. Desde 1964, al dejar el cargo en Educación, dedicó mayor tiempo a su trabajo como escritor: la redacción de sus memorias y la lectura de una serie de conferencias en El Colegio Nacional, del que era miembro.


Jaime Torres Bodet, auténtico hombre de letras, cultivó, con excepción del teatro, todos los géneros literarios, incluida la entonces incipiente crítica cinematográfica; esto, sin olvidar su destacada actuación a nivel educativo, político y diplomático. A decir de Octavio Paz, "Torres Bodet, su obra y su persona, son parte —y parte imprescindible— de la literatura y de la historia del México moderno". El escritor se manifestó precozmente: a los dieciséis años se dio a conocer como poeta con Fervor, libro marcado por la estética decadentista de Enrique González Martínez y Amado Nervo; a este volumen le siguen, en un breve periodo, seis poemarios más que acusan este mismo saber libresco, de falso escepticismo y hastío por la vida. El no encontrar una voz propia llevó al autor a realizar una severa depuración para el volumen de Poesías, que fue incluso más estricta que la realizada en sus Obras escogidas. Sin embargo, esta etapa de experimentación le permitió iniciar la exploración de algunos de sus temas recurrentes, así como lograr el equilibrio entre tradición y novedad, que se refleja en su obra posterior. En 1930 apareció Destierro, libro decididamente vanguardista en el que, a través de imágenes surrealistas y del verso libre, trazó una imagen mecanicista y desolada del mundo. Tras unos años de silencio, en los que ejercita la narrativa, da a conocer Cripta y Sonetos, sus libros más importantes por la depuración y la perfección que alcanza como poeta: su tema es la fugacidad del tiempo, que conduce a la muerte, aunque al final descubre que ésta siempre ha habitado dentro de cada ser vivo. La narrativa de Torres Bodet pertenece a su época, a los intentos de experimentar con la prosa, que se daban tanto en México como en Europa. Sus "Reflexiones sobre la novela" pueden considerarse como el andamiaje teórico de sus relatos, todos ellos caracterizados por la reducción de la anécdota a favor de la exploración en la sicología, en la personalidad o en los sueños de los protagonistas. Esta búsqueda en la mente de los personajes nos da la imagen de unos seres humanos solitarios, imposibilitados para comunicarse con los demás y rodeados por una realidad muy pobre en relación con su capacidad de imaginación. Para el autor, estas narraciones no tuvieron mayor valor que lograr el dominio de un estilo más adecuado para empresas mayores. Como ensayista, Torres Bodet se caracterizó por las cualidades de objetividad y equilibrio que privaron en sus juicios; sin embargo, su libro Contemporáneos y la "Perspectiva de la literatura mexicana actual" resultan los ensayos más atractivos por la audacia con la que se enfrentó a la actualidad literaria de su momento. Sus libros posteriores, escritos en los años cincuenta, son el resultado de algunos de los cursos dictados en El Colegio Nacional sobre novelistas como Dostoievski, Tolstoi, Balzac, Proust y el poeta Rubén Darío; se trata de intentos por explicar el universo artístico a través de la vida del creador y de su entorno. Sus responsabilidades como servidor público propiciaron un cambio en su actitud como creador: la idea del deber y de la responsabilidad se impusieron como una constante, como se ve en sus discursos "Deber y honra del escritor", "El escritor en su libertad" y en algunos pasajes de sus memorias, especialmente las de los últimos años. Estos mismos ideales se ven plasmados poéticamente en Fronteras y Sin tregua, libros en los que el poeta se une solidariamente al sufrimiento de la humanidad. También se interesó por las artes plásticas, especialmente la pintura; en este campo destaca su libro Maestros venecianos.





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