Ignacio
Solares

Nació en Ciudad Juárez, Chihuahua, 15 de enero de 1945


Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Como becario del Centro Mexicano de Escritores (1974-1975), escribió Puerta del cielo, su primera novela y, en 1969, su primera obra teatral, El problema es otro que con Desenlace fueron publicadas en 1983. Ha colaborado con ensayo, creación y crítica en periódicos y revistas como El Heraldo de México, Revista de Revistas, Plural, Proceso, Vuelta, Quimera, Hoy, Unomásuno, Memoranda, La Jornada, Siempre!, Los Universitarios y Reforma, y en suplementos culturales como "Sábado", "Diorama de la Cultura", que coordinó por invitación de Julio Scherer de 1972 hasta su salida de Excelsior en 1976; en "La Cultura en México", del semanario Siempre!, el cual también dirigió de 1991 a 1993, y en el que tuvo a su cargo la columna "In Mundi". Actualmente es director de la Revista de la Universidad de México. Ha dictado conferencias en diversas universidades y centros de estudio tanto nacionales como de América Latina y Europa y dirigido obras de teatro de otros autores. En la UNAM fue nombrado director de Teatro y Danza 1993; encargado de la Dirección de Literatura en 1997 y, de 2000 a 2003, de la Coordinación de Difusión Cultural. Para Solares "la esencia de la Universidad es humanista y es cultural, espíritu es sinónimo de cultura".


Ignacio Solares Bernal, narrador y dramaturgo principalmente, ha publicado cuento, crónica, reportaje, novela, epistolario y obras teatrales, sin contar su participación en volúmenes colectivos y antologías. Se dio a conocer en el mundo de las letras con el estreno de El problema es otro, obra teatral en un acto cuyo tema es el de un hombre divorciado que, viendo de cerca su fin, quiere restablecer los lazos perdidos con sus hijos, pero muere sin lograrlo. Desenlace plasma por primera vez su problema personal con Dios, una de sus mayores preocupaciones existenciales; cada texto es un fragmento de todos y la otredad no es excluyente, por ser el otro uno mismo. El reino fascinante de la literatura es el pasaporte a otros mundos, a otras realidades que podemos habitar si nos lo proponemos. Su obra, en términos generales, ya sea narrativa, teatro o reportajes, se ocupa primordialmente de temas históricos y de los relacionados con la mente humana y los fenómenos metafísicos; mezcla asuntos históricos con la vida íntima y privada de sus personajes, sus creencias en la transmigración de las almas, el espiritismo, las premoniciones, la telepatía y el esoterismo. Su preferencia por temas históricos está patente en novelas sobre el periodo revolucionario del siglo XX mexicano y sus personajes, como Madero, el otro, en la que descubre la parte mística del personaje. El gran elector presenta a un personaje arquetípico que reúne a todos los presidentes de México, paráfrasis de El gran inquisidor de Dostoievsky, en la que Solares traslada el cristianismo del autor ruso a la realidad mexicana. La noche de Ángeles recrea el honesto proceder del general villista Felipe Ángeles y describe su admiración por la fe de Madero. Columbus da cuenta de la invasión de Villa a los Estados Unidos. El mismo tema se mantiene en las obras teatrales adaptadas de sus novelas históricas y de otras como El jefe máximo y Tríptico, juego fársico de la política del partido oficial. En la obra teatral Infidencias, el tema es ya otro: la vida después de la muerte y la posibilidad de la reencarnación vista en las relaciones de una pareja. En la novela Anónimo sobresale el tema de la transmigración de las almas, y en otras, como Puerta del cielo (el despertar sexual de un adolescente), Casas de encantamiento y Serafín, el autor nos presenta la transformación que sufre el ser humano en las diferentes etapas de la vida y las causas y consecuencias de la desintegración familiar. El sitio, metáfora múltiple en la que caben tantas interpretaciones como lectores tenga la novela, es una "afirmación del amor y de la experiencia de Dios como únicas alternativas de salida de un mundo roto y sitiado". En El espía del aire, el protagonista rememora su época de estudiante en la FFL de la UNAM en los años sesenta, durante los cuales, trabajando como periodista, se le encarga un reportaje sobre el cine Olimpia en remodelación, con lo cual los tiempos idos (los años cuarenta) vuelven, los seres ficticios cobran vida al escribir sobre ellos, con lo que demuestra que la realidad no sólo está formada por lo visto sino también por lo soñado, deseado o imaginado. En No hay tal lugar recrea la travesía del jesuita Lucas Caraveo en la Sierra Tarahumara, un viaje en el que las convicciones del personaje so confrontan. Títulos de su narrativa como El hombre habitado, La fórmula de la inmortalidad y Muérete y sabrás son ejemplos claros de sus inquietudes y obsesiones en temas como la muerte como mero trámite a un universo paralelo. Por otro lado, la temática de sus ensayos es muy rica, desde crónicas taurinas (Las cornadas), la autobiografía (De cuerpo entero) hasta el reportaje testimonial (Delirium tremens) y el género epistolar (Cartas a una joven psicóloga).





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