Octavio
Paz

Nació en la Ciudad de México, 31 de marzo de 1914
Falleció en la Ciudad de México, 19 de abril de 1998


Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), en la Facultad de Derecho (FD) y la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en San Francisco, California, Literatura Hispanoamericana mediante una beca de la Fundación Guggenheim (1944). Con sus condiscípulos fundó la revista Barandal (1931-1932). Formó parte de la generación literaria que tomó el nombre de la revista que editaron: Taller (1938-1941), y participó en la creación de la revista El Hijo Pródigo (1942-1943). Visitó y apoyó a la España Republicana en los inicios de la Guerra Civil. En 1945 ingresó al Servicio Diplomático Mexicano en los Estados Unidos (1944-1946) y en París (1946-1952), donde sostuvo con André Breton y los surrealistas uno de los encuentros fundamentales de su vida; y más tarde en Suiza, Japón y otros países. En México fundó el grupo de teatro experimental Poesía en Voz Alta (1955). Fue director de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en 1956, y embajador en la India a partir de 1962, cargo al que renunció en protesta por la represión gubernamental al movimiento estudiantil de 1968. De 1970 a 1971 fue profesor de la Universidad de Cambridge; a su regreso a México fundó la revista Plural, cuya primera etapa dirigió (1971 a 1976), y, en 1977, Vuelta, empresa cultural a la que dedicó todo su esfuerzo hasta su muerte. Realizó algunas series de programas culturales para la televisión comercial. Colaboró en revistas, suplementos y periódicos como Alcancía, Cuadernos del Valle de México, Taller Poético, Poesía, Ruta, Tierra Nueva, América, Estaciones, Revista Mexicana de Literatura, Hoy, Letras de México, Universidad de México, Siempre!, La Palabra y el Hombre, "México en la Cultura", "La Cultura en México", "Sábado", Excelsior, El Universal, Novedades, La Jornada, y en otras publicaciones periódicas de México y del extranjero.


Octavio Paz Lozano, ensayista, poeta, crítico e investigador de literatura y de arte y uno de los pensadores más destacados de nuestro tiempo y una de las voces poéticas más singulares en lengua española, se alimentó de los clásicos castellanos y franceses y de las literaturas de vanguardia desde muy joven, así como de la historia y de las corrientes filosóficas, gracias a la biblioteca de su abuelo, Ireneo Paz. Su vasta cultura y curiosidad intelectual lo llevaron a sondear todas las expresiones del saber. Inició su actividad literaria al publicar sus primeros poemas en las revistas Barandal, Cuadernos del Valle de México y Taller Poético y en Taller, alrededor de la cual se formó un grupo integrado por Rafael Solana, Alfredo Quintero Álvarez, Neftalí Beltrán, Efrén Hernández, Enrique Gabriel Guerrero, Vicente Magdaleno, Rafael Vega Albela, Carmen Toscano, Miguel N. Lira, José Alvarado, Octavio Novaro, Mauricio Gómez Mayorga, Emmanuel Palacios, María Zambrano y Efraín Huerta. Esta revista representó el órgano de expresión para esta joven generación, cuyos intereses fueron definir la poesía, establecer sus orígenes y crear nuevas realidades poéticas al enfrentar al hombre con su esencia y su naturaleza. El surrealismo representó para ellos un renovado ejercicio creador y el simbolismo, la sugerencia de la imagen. El grupo compartió su constante preocupación por el quehacer poético y se identificó con la lucha e intereses intelectuales de la generación del exilio español. Por el interés de estudiar la esencia del mexicano y la cultura nacional hallaron que la verdadera nacionalidad de un escritor es su propia lengua. Los primeros libros de Paz, Bajo tu clara sombra, Raíz del hombre, Noche de resurrecciones, Calamidades y milagros, todos ellos reunidos en Libertad bajo palabra, mantienen una continuidad temática: el amor, la vida, la muerte, la unión de los contrarios, el tiempo, la experiencia de lo sagrado, la noche, la mujer, el erotismo, el lenguaje, la palabra y su significado, la búsqueda por enunciar la palabra exacta y el quehacer del poeta. A decir de la crítica, en su poesía confluyen las influencias de Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Antonio Machado, las tradiciones precolombinas y las estéticas surrealistas y simbolistas (Guillaume Apollinaire, André Breton), la poesía inglesa (William Blake y T. S. Eliot), el pensamiento de la India y el orientalismo. Blanco y Piedra de sol son estructural y temáticamente, dos de sus libros más ambiciosos. El primero es un texto que puede ser leído, según el autor, de cuatro formas, donde la palabra prevalece y rompe con la lógica analítica del lenguaje; contrario al mecanismo convencional de la lectura, genera una multiplicidad de textos e interpretaciones. El segundo reúne quinientos ochenta y cuatro endecasílabos, en los que se reflexiona sobre la idea de la trascendencia a través de la concepción de un tiempo circular y del eterno retorno (los cinco primeros versos son iguales a los cinco versos finales), el amor es visto como encuentro sagrado, única forma de comunicación, vía de salvación y unión de los contrarios. En Vuelta, Paz recrea y recuerda ambientes de la Ciudad de México y de su infancia. Ladera este es un anecdotario o crónica de viaje realizado durante su estancia en la India, en el que explora el pensamiento hindú, la cultura y la poesía de Oriente. Experimentó con poesía espacial en Discos visuales y en Topoemas, conjunto de ideogramas cuyos textos en movimiento constituyen una unidad de forma e idea, donde escritura e imagen se corresponden en el significado lingüístico y en su contenido verbal y visual. En Travesías (dos discos compactos, acompañados de un libro guía) Paz lee una selección personal de su obra lírica. Su trabajo como poeta lo llevó a reflexionar sobre el acto de la escritura; de este modo creación y crítica son dos constantes que se manifiestan en su poesía y sus ensayos. El arco y la lira, profundo análisis sobre la naturaleza del poema y sus componentes (el lenguaje, el ritmo, el verso y la imagen), ahonda sobre la creación, la revelación y la inspiración poética. La avidez intelectual de Octavio Paz se mostró en de la diversidad de sus ensayos críticos sobre Literatura, Arte, Historia, Política y Antropología. Uno de los aspectos que más le interesaron fue el estudio de la tradición poética, que inicia con los románticos y cuyo auge se logra con los simbolistas y las vanguardias del siglo XX, reflexiones que sustentó en Los hijos del limo y que continuó en La otra voz. Poesía y fin de siglo, donde alude al fin de la vanguardia y a la situación de la poesía en el periodo posmoderno. Mostró particular interés en el examen de la obra de autores disímiles como Ramón López Velarde, Rubén Darío, Luis Cernuda y Fernando Pessoa, en Cuadrivio; Xavier Villaurrutia, en Xavier Villaurrutia en persona y obra, agudo estudio de la obra de este autor; y Sor Juana Inés de la Cruz, en Las trampas de la fe, minuciosa investigación crítica de la vida y la obra de la monja jerónima. Como estudioso de la poesía se dio a la tarea de reunir la obra de escritores mexicanos y extranjeros en obras como Laurel. Antología de la poesía en lengua española, Poesía en movimiento. Antología de la poesía mexicana y Antología de poetas surrealistas. En el ámbito de la reflexión histórico-filosófico-literaria, meditó sobre la identidad del mexicano en El laberinto de la soledad, su primer libro de ensayos, en el cual "comenzó por tratar de explicarse el secreto del hombre de México, y sobre algunos aspectos, como la soledad, la fiesta, la injuria, el hermetismo, la Revolución, propuso audaces teorías". El libro está dividido en dos partes: los primeros cuatro capítulos son un análisis del carácter del mexicano, en tanto que los cuatro siguientes son una interpretación de la historia de México desde el punto de vista de la personalidad del mexicano. Ambas partes convergen en el "Apéndice: La dialéctica de la soledad", síntesis de las ideas expuestas en el libro y que no obstante va a cumplir medio siglo de publicado, sigue vigente en muchos aspectos y, lo que es más importante, promoviendo la reflexión y la discusión en sus lectores, como toda la obra de Paz. Este libro fue llegada y punto de partida para un escrutinio permanente de la sociedad mexicana y de su sistema político. Continuación de estas reflexiones fue una conferencia que pronunció con motivo del movimiento estudiantil de 1968 y que dio lugar a Posdata, donde hace un recuento de lo sucedido en su país a veinte años de la publicación de El laberinto de la soledad. En El ogro filantrópico toma como ejemplo al Partido Revolucionario Institucional (PRI), entonces gobernante en México por setenta años, para analizar los mecanismos usados por los regímenes autoritarios para asfixiar la cultura y explotar a sus pueblos. Reunió sus numerosas traducciones de escritores norteamericanos, franceses, chinos y japoneses en Versiones y diversiones. En Los privilegios de la vista recogió sus escritos de los años 1955 a 1990 cuyos temas son el arte moderno universal y el arte mexicano. En su única obra teatral, La hija de Rappaccini, adaptación de un cuento de Nathaniel Hawthorne, aborda la dialéctica vida-muerte desde ámbitos filosóficos. La edición de sus Obras Completas no sólo representa la reunión de su prolífica obra sino una nueva propuesta de lectura, al establecer el autor un nuevo orden a sus textos. Octavio Paz, admirable testigo de sí mismo y de su tiempo, deja en su obra un valioso testimonio de nuestro siglo. Su obra, de renombre universal, ha sido traducida a muchos idiomas.





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