Gilberto
Owen

Nació en El Rosario, Sinaloa, 13 de mayo de 1904
Falleció en Filadelfia, Estados Unidos, 9 de marzo de 1952


De padre irlandés y madre mexicana, abandonó la casa materna a los trece años, posteriormente llegó a la ciudad de Toluca, donde residió entre 1917 y 1923, realizó estudios en el Instituto Científico y Literario y fue subdirector de la Biblioteca Pública de Toluca (1920-1923). Publicó sus poemas en las revistas de Toluca, Esfuerzo y Manchas de Tinta, de la que fue secretario. Fundó y dirigió la revista quincenal Raza Nueva (1922). Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, donde conoció en 1923 a Xavier Villaurrutia y Jorge Cuesta, quien lo inició en la lectura de los contemporáneos franceses como Gide y Valéry. Con ellos y Torres Bodet, Novo y los hermanos Gorostiza revisó los nuevos caminos de la poesía mexicana e hispanoamericana, particularmente representada por López Velarde y Vicente Huidobro para afianzar una tenaz visión crítica y lograr una pureza en el arte, particularmente en la literatura. Juntos fundaron Ulises en 1927, nombre homónimo del teatro en el que se escenificaban obras de vanguardia que ellos mismos traducían y actuaban; y Contemporáneos (1928-1931), de la cual surgió el nombre que los representaría para siempre en la tradición crítica. En esos años Owen conoció a la actriz Clementina Otero, a quien lo unió una relación sentimental y sostuvo correspondencia durante 1928. Colaboró en El Hijo Pródigo con algunos escritos y fue su jefe de redacción entre 1942 y 1945. Fue empleado en la secretaría particular de la presidencia de Plutarco Elías Calles (1923-1928), miembro del Servicio Exterior Mexicano en Perú (1931), posteriormente cuando estuvo en Guayaquil, Ecuador, fue destituido por haber participado en la política interna de Perú, en el partido clandestino Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), que lo obligó a regresar a México. Sin que el hecho tuviera repercusiones, continuó en el Servicio Exterior en Colombia, donde trabajó en el diario El Tiempo(1932-1936) y fue jefe de redacción de la revista Estampa. Revista Semanal de Actualidad Gráfica (ahí se casó con Cecilia Salazar, hija de un ex presidente, en 1935). También prestó sus servicios en las ciudades de Nueva York y Filadelfia (1947), en ésta como oficial canciller de primera, ciudad en la que murió víctima de la cirrosis. En 1984 se estrenó el cortometraje Gilberto Owen, un poeta olvidado, dirigido por Óscar Blancarte y nominado al Ariel como mejor cortometraje educativo, científico o de divulgación artística.


La obra de Gilberto Owen Estrada ha podido ser apreciada por los trabajos de rescate de Alí Chumacero y Josefina Procopio y por la crítica de José Rojas Garcidueñas, Jaime García Terrés, Juan Coronado, Tomás Segovia y Vicente Quirarte, quienes han contribuido al conocimiento de su personalidad poética que por su propio hermetismo gozaba de poca recepción. La mayor parte de sus obras de poesía y prosa permanecieron dispersas en revistas, hasta ser recogidas y publicadas por Josefina Procopio en un solo volumen en 1953, un año justo después de su muerte. La obra de Owen parece no concebir límites entre la poesía y prosa, ya que su poesía es prosaica en algún sentido, así como su prosa es lírica, en otro. Su primer texto "Desvelo" (1926), tiene la influencia de Juan Ramón Jiménez, por su tono coloquial y rítmico. Línea, poemas en prosa escritos entre 1927 y 1929, recogen la influencia del simbolismo, particularmente de Rimbaud, y del surrealismo. Pero es hasta la publicación en 1948 de su poema largo "Sindbad el varado", donde la mayoría de sus críticos señalan su madurez como escritor. Como su subtítulo lo indica, "Bitácora de febrero", este poema es el registro de un viaje de 28 días, sentimental, mítico y alegórico a través de su experiencia con el amor y su imposibilidad, el consiguiente naufragio y su antiheroismo, donde el poeta "narra su vida [...] de una manera ritual, legendaria, casi mítica". Un viaje que no significa más que "recorridos hacia dentro de su inmovilidad". Es en este poema, donde biografía y creación se enlazan y logran su culminación. Otro de sus poemas más logrados, el "Libro de Ruth", publicado también como libro en 1944, apunta nuevamente hacia las figuras míticas, en el que la descripción de la mujer amada es un ejercicio de matices eróticos, poco vistos en la poesía del autor. De su narrativa, La llama fría y Novela como nube, "finos ejercicios de poesía novelada", se pueden advertir las secuencias de su poesía, tanto en los temas (el amor, la identidad, el viaje, el ejercicio de la poesía), como en el tratamiento (la recurrencia en las imágenes de la mitología clásica y la síntesis poética). En Cartas a Clementina Otero, la experiencia personal del amor y las referencias mitológicas también están presentes.





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